Critica Teatral

Soñar con triunfar en Buenos Aires

A medida que nos vamos acomodando en la sala podemos observar que los personajes ya están en escena, recorren el espacio, se interrogan en voz lo suficientemente baja como para que no alcancemos a escucharlos, toman algún objeto, lo dejan, continúan el recorrido.
La construcción del espacio constituye un sistema extraordinario, el viejo barco, exhibe todas las marcas posibles de decadencia y la elección no es realista sino profundamente simbólica.
No hay camarotes, hay puertas desvencijadas que dan a ningún lugar, cajones de manzanas que se intentarán convertir en pequeñas mesas, el ropaje del barco es raído, viejo, descuidado.
Cada uno de los personajes está cuidadosamente trabajado. Por aquí la viuda, sabemos que lo es porque mira devota fotografías, ropa, sombrero masculinos y porque en su mano descansa sistemáticamente una pequeña urna.
Dos muchachas jóvenes, ambiguas, extrañas ¿peligrosas?. Cantan como los dioses pero de tanto en tanto dejan pequeñas plumas como testigos de su bella voz. Compiten entre ellas, están dispuestas a triunfar ¿dónde?
Un mentalista, acompañado de una mujer a la que sin duda prometió varias cosas.
Un cantante de tangos que compone y busca a su hijo del que lo separaron, dos extravagantes poetas, el dueño del barco...
Este universo particular es el de un conjunto de artistas que sueñan con triunfar en Buenos Aires, mientras remontan trabajosamente el Paraná.
Seremos testigos del viaje, de pequeñas historias, de ensayos teatrales, musicales y poéticos, de unos seres rotos que buscan crear, de un joven poeta que cree propio un poema ajeno...
Un increíble viaje con la música como otro protagonista más. La ecuación Los Valijeros y Sergio D’Angelo dio por resultado un bellísimo y muy interesante espectáculo.

Mónica Berman